La semana pasada dirigí un llamamiento a través de Facebook, Twitter y la terraza de algún bar a la gente del teatro -me focalicé en el teatro porque las redes sociales limitan la longitud de las frases, pero en realidad el llamamiento era extensivo, por supuesto, a otros oficios colindantes, como cineastas y músicos-. El motivo era llamar a la movilización en contra de la expresión "mucha mierda", que a mi juicio goza de una propagación indeseable y desmesurada. Dije: Opino que una expresión tan estúpida no puede traerle buena suerte a nadie y que en el fondo significa "ojalá te estampes". Propongo sustituirla por otra más positiva, como "mucho sexo", "muchas longanizas" o "que te forres", me da igual cuál. ¿Quién se apunta a aniquilar esa maldita frase de una vez por todas?
Mi proclama -una sugerencia, jamás una imposición-, bien recibida por la mayoría, obtuvo por respuesta la reacción airada de los sectores más inmovilistas y se vio inmersa en una agria polémica. Se me acusó de las cosas más horrendas y se intentó desprestigiar la iniciativa aludiendo a su futilidad y a los orígenes tradicionales de la expresión. Ignoraba que la consigna despertara tanto cariño en algunos. Pocos, en realidad, he constatado, porque en general las gentes de bien comparten mi parecer y ansían un cambio largo tiempo anhelado en secreto.
Mi proclama -una sugerencia, jamás una imposición-, bien recibida por la mayoría, obtuvo por respuesta la reacción airada de los sectores más inmovilistas y se vio inmersa en una agria polémica. Se me acusó de las cosas más horrendas y se intentó desprestigiar la iniciativa aludiendo a su futilidad y a los orígenes tradicionales de la expresión. Ignoraba que la consigna despertara tanto cariño en algunos. Pocos, en realidad, he constatado, porque en general las gentes de bien comparten mi parecer y ansían un cambio largo tiempo anhelado en secreto.
El caso es que tras correr como la pólvora el llamamiento ha calado y desde hace dos días miles de personas vienen congregándose espontáneamente en el centro de Madrid reclamando una supresión de la maldita consigna. La Delegación del Gobierno, intranquila, ha ordenado inusitadamente a la policía disolver el tumulto. Pero el empuje popular, inasequible al desaliento, resiste y se espera que esta tarde reanude la movilización. Hasta aquí todo bien. Pero debo encender una luz roja de alerta. El movimiento adolece de dos puntos flacos:
Por un lado la exposición al agitprop de grupos por completo ajenos a esta demanda que, sirviéndose del éxito multitudinario de la convocatoria, pretenden subvertir el lema para su propio provecho. Este peligro debe ser neutralizado de inmediato con una adecuada campaña de comunicación que destierre cualquier malentendido. La opinión pública debe saber, de forma indubitable, que el fin único de las movilizaciones es la exteriorización del rechazo a la expresión "mucha mierda", de uso habitual, pero lamentable, antes de los estrenos y otros eventos. Esa frase no nos representa.
Y por el otro la carencia de una alternativa a la consigna fecal -mi moción a favor de "mucho sexo", por ejemplo, sorprendentemente no contó con un apoyo amplio- que sea contundente y sugestiva.
Hecha la doble advertencia es de esperar que se tomen las medidas oportunas. No nos rindamos, ya se huele la victoria.
Carlos Atanes website: www.carlosatanes.com
Carlos Atanes website: www.carlosatanes.com
No comments:
Post a Comment