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Tuesday, May 15, 2007

K. DICK / CADECQ

El suculento post de Miss Julie acerca del Dr. David Hanson y el extravío de su replicación cibernética de la cabeza de Philip K. Dick me ha provocado ese cosquilleo en el estómago que me sobreviene junto al regocijo cuando mis vibrisas detectan en la psicoesfera relámpagos de fascinación por el autor de “El Hombre en el Castillo”. Será ese tipo de empatía que emborracha a John Isidore en “¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas?”. No por nada Dick es y ha sido siempre, junto a Lem, mi escritor de ciencia-ficción favorito. Qué diantre, mi escritor favorito en general, junto a Lem y Lovecraft.

En efecto, el Dr. Hanson, también aficionado a Dick, reprodujo su cabeza en versión robotizada y, calamitosamente, la perdió en un viaje en avión. Si el trabajo era de una calidad similar a la del pseudo-Albert-Einstein que puede apreciarse en un videotubo sito en el post citado, su contemplación sería como para estremecerse.

La cosa es que me quiero subir al carro de los homenajeantes, y confesarles que por mi cuenta también he contribuído un poco a alimentar el mito dickiano. El personaje del escritor que Manuel Solàs interpreta en “
PROXIMA” se llama Félix Cadecq, y su tumultuosa intervención en la secuencia del Congreso de Ciencia-Ficción está directamente inspirada en la ya histórica, y escandalosa, conferencia que Dick pronunció en un congreso de ciencia-ficción real que aconteció en Metz en 1977.


Aquí tienen tres fotografías: una de Manuel Solàs interpretando a Félix Cadecq en “PROXIMA”. Otra de Paul Giamatti interpretando a Philip K. Dick en un biopic que han perpetrado sobre su figura. Y otra del Philip K. Dick auténtico. Me falta la de la cabeza robótica, pero la tiene Miss Julie. Dick, el adalid de las realidades paralelas, estaría encantado con esta rizomatización de su personalidad.

En Metz, Dick, conspiranoico hasta las cejas, reveló a un público estupefacto y al orbe entero la Gran Verdad Oculta: el Imperio Romano no se ha derrumbado aún, todo lo contrario, su vigor se conserva erecto, y un puñado de heroicos sediciosos cristianos como el propio Dick sobreviven emboscados en la clandestinidad. Pero una gran ficción cubre esa realidad con un tupido velo de confusión. Les dejo con un fragmento de ese discurso. Es una herida abierta y sangrante en una cabeza genial, la de un hombre que soñaba la vida. Hoy, la vida le sueña a él:


“Estoy seguro de que no me creen, y de que tampoco creen que creo en lo que afirmo. Son libres de creerme o no, pero al menos crean esto: no estoy bromeando. Se trata de algo muy serio, algo muy importante. Tienen que pensar que, para mí también, el hecho de declarar algo así es una cosa terrible. Muchas personas aseguran recordar sus vidas anteriores. Yo, por mi parte, afirmo que puedo recordar una vida presente distinta. No conozco a nadie que haya hecho declaraciones como ésta, pero sospecho que mi experiencia no es única. Quizá lo sea el deseo de hablar de ella.”
 
Philip K. Dick en Metz 24 de septiembre de 1977.

(“Yo estoy vivo y vosotros estás muertos – Philip K. Dick 1928-1982”; Emmanuel Carrère; Ed. Minotauro; Barcelona 2002)

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